Reflexiones sobre la Realidad de America Latina

Comunicado oficial de la Comisión de la Mision CIAL

Reflexión sobre la Misión Hoy en América Latina

Comisión de la Misión CIAL
Buenos Aires 2007

Introducción


La Comisión de la Misión nació como propuesta de la Asamblea de CIAL de Cartagena 2006 con el objetivo de ayudar a la reflexión, dar aportes, cuestionamientos y sugerencias sobre la tarea misionera Oblata en América Latina y el Caribe. Nuestra tarea no es solo colaborar con los Superiores Provinciales, más bien intenta ser un servicio para todos los oblatos del continente.

No somos un grupo de especialistas, la mayoría nos encontramos trabajando pastoralmente en diversos países. Queremos compartir con ustedes, humildemente, algunos aspectos de reflexión sobre nuestra misión en el momento presente. Nuestro deseo es motivar el diálogo y, porque no, la discusión sobre nuestro quehacer misionero en la Región.

Vamos a usar el método del VER-JUZGAR-ACTUAR. Lo hacemos siguiendo la tradición, tan querida para nuestro continente, de partir desde la realidad para la reflexión. Nos anima a utilizar este método también la misma experiencia del apasionado de Cristo, San Eugenio, que siempre en su actuar misionero, fue movido por la realidad que lo interpelaba.

Como marco de fondo tenemos la reciente carta de nuestro Superior General y la preparación a la muy próxima asamblea del CELAM en Aparecida.

Nos permitimos adjuntar un material de apoyo para que pueda ser utilizado en nuestras comunidades.

Respecto al VER y al JUZGAR, para una realidad tan grande y diversa como nuestro continente, se hace necesario un trabajo más concreto de análisis de la realidad en cada país y en cada comunidad. Les hemos adjuntado dos Materiales que pueden ayudar para realizar ese trabajo. Nuestra comisión en estas etapas ha señalado únicamente líneas generales.

Ver


1 La pobreza


Lo primero y lo más impactante que salta a la vista de cualquier persona que llega a nuestra Región de América Latina es la pobreza. Pobreza inhumana, generalizada y en progresión continúa. Pero, lo que más sorprende es ver que esa pobreza nace y se reproduce al lado de la riqueza y que es la razón de esa misma riqueza. Hay pobreza porque hay riqueza.

Así, el problema no es la pobreza en sí, sino la falta de distribución de los recursos, la injusticia. Existe una transferencia constante de los bienes de todos a los ricos, y nuestro continente es el de mayor falta de equidad y distribución. Provoca esto efectos nefastos: emigración, falta de empleo, violencia, muerte… La diferencia entre clases pobre y rica se acentúa sin cesar. El dinero genera solo más dinero, no trabajo y producción. Prima una visión absolutamente economicista de la persona, hay una desvalorización constante del ser humano, por lo tanto anticristiana.

La pobreza, en el año 1998, afectaba a 200 millones de latinoamericanos. En la actualidad 224 millones de personas son catalogadas como pobres sobre una población total de 530 millones.

Las políticas económico-financieras aplicadas han creado un cierto crecimiento económico en algunos de nuestros países, sin embargo, en todos ellos, se han ido concentrando los recursos progresivamente en muy pocas manos en virtud del modelo neo-liberal-globalizador.

2) La Globalización


La globalización económica va asumiendo proporciones inimaginables y profundamente antihumanas. Responde, ante todo, a una nueva fase del capitalismo. El capital se ha transnacionalizado. Sus características más negativas se basan en la especulación, en la volatilidad y en su capacidad para romper fronteras nacionales desconociendo la soberanía de los estados e imponiendo, verticalmente, sus condiciones e intereses meramente economicistas y lucrativos.

El capital globalizado se auto-desarrolla a través de la especulación (muchas veces en el mercado clandestino) sin generar o crear fuentes genuinas de trabajo. El desempleo es uno de sus efectos mas voraces.

3) La situación política y ética


El sistema democrático-liberal-representativo vigente en todos nuestros países está en crisis y, dentro de él, todo el sistema de los partidos políticos. La democracia en la región ha resultado ser una democracia de los satisfechos. Los índices de corrupción administrativa han llegado a límites insospechados. Asistimos a una pérdida total de la credibilidad de la opinión pública latinoamericana en relación a los partidos y a la clase política en general.

El aspecto mas grave es que la vida política se ha ido alejando de los valores éticos. Un generalizado y mal entendido pragmatismo político está llevando a partidos y a muchos políticos a prescindir de toda normatividad moral. Se ha perdido la ética tanto en la política nacional como en la internacional. El desafío es como pasar de una democracia formal a una democracia participativa, como rescatar los derechos y el concepto práctico de ciudadanía, como concienciar, sin caer en paternalismos, que “el sujeto son ellos”.

4) Glocalización y esperanzas de los más pobres


Frente al fenómeno globalizador que pareciera que todo lo quiere absorber y dominar, está surgiendo, como contraparte contestataria, un movimiento, todavía incipiente, pero de características mundiales, que se le ha denominado glocalización.

Es un neologismo compuesto por dos términos: lo global y lo local; trata de puntualizar un fenómeno social nuevo que se manifiesta en todos los lugares, aunque con intensidad y con características un tanto diferentes.

En esta nueva experiencia de solidaridad, las personas son el sujeto de la acción. Lo local, se hace cada vez mas presente en la totalidad de la región con gran diversidad de expresiones. Lo local, la base, la sociedad civil... se están constituyendo como poder mientras se afianza la idea y el convencimiento de que otro mundo es posible.

Surgen nuevos sujetos sociales: la mujer, los sin tierra, grupos indígenas, asambleas populares, comités de defensa del consumidor, microempresas, el microcrédito, etc. Una nueva voz, una nueva palabra, una nueva actitud nace desde abajo. Lo local, lo propio se va valorizando... crece en importancia lo nuestro, el producto natural, las artesanías, etc.

Unida a esta actitud, ha vuelto a crecer en nuestro continente la solidaridad y los movimientos sociales que nacen desde los más pobres. Hay signos de esperanza que indican que los grupos sociales más desfavorecidos adquieren más presencia e importancia en nuestras sociedades. La misma crisis de la democracia lleva a plantear nuevas formas de participación de la sociedad y de los pobres.

5) El mundo de la religiosidad


La identidad cristiana es uno de los elementos más importantes en la cohesión de nuestra región, aunque esta identidad no pueda considerarse ya como sinónimo de identidad católica: la presencia de otras confesiones religiosas hace cada vez más urgente el compromiso ecuménico. Una de las dificultades mayores, es este aspecto, es la agresividad y el proselitismo de gran número de grupos religiosos.

Sin embargo, una característica peculiar en el continente sigue siendo la presencia, y aún el crecimiento, de la religiosidad popular en contraposición al espíritu secularista de nuestro tiempo. La devoción a la Virgen, las peregrinaciones a los santuarios, al amor a los sacramentos, y otras expresiones de esa religiosidad, ofrecen excelente oportunidad para una evangelización inculturada (culturas autóctonas y afro-americanas).

6) Los Oblatos en América Latina


La mayoría de los oblatos está trabajando en parroquias urbanas y rurales. Muchas de ellas son lugares de misión abarcando territorios muy aislados o extensos o integrando comunidades indígenas.

Existe una gran riqueza y diversidad de obras: colegios, centros de educación, de salud o promoción social, formación de laicos, juventud, pastoral carcelaria, medios de comunicación, misiones populares, etc. Existen un número de iniciativas que son fruto de decisiones personales más que del discernimiento necesario que invita nuestro carisma. Hay, por tanto, un peligro de individualismo en lo pastoral y en lo económico que afecta a la vida oblata. Se percibe un envejecimiento en algunas unidades de la región, como así también cierto decaimiento en el ánimo misionero.
Es positivo reconocer que hay cada vez más un rostro latinoamericano en los oblatos. Tradicionalmente existe la tendencia a la internacionalidad y al intercambio de personal entre las provincias. Queda todavía el camino de una mayor integración y colaboración en la región.

Ver: Cuestionario para el diálogo


1) ¿Qué otras realidades políticas, sociales, económicas y religiosas existen en nuestros países? ¿Y en nuestra región?
2) ¿Qué avances vemos en las misiones en nuestras Provincias? ¿Y en Latinoamérica?
3) ¿Cómo vivimos los Oblatos nuestro carisma en esta realidad presentada?

Juzgar/Discernir


Para poder juzgar nuestra realidad tenemos que tener en cuenta las causas que la provocan. Preguntas tales como: ¿Por qué es la situación así? ¿Qué hay de bueno y de malo en ella? ¿Por qué la situación no cambia? ¿Qué es lo positivo o no en esta presencia nuestra? No incorporamos respuestas en esta reflexión, creemos que es una tarea de cada entidad y cada comunidad.

No hay que olvidar que esas causas son un conjunto de interrelaciones históricas, culturales, religiosas, sociales, familiares, raciales, políticas, económicas, etc. que se influyen entre sí, intervienen sobre la realidad y, dentro de ella, sobre la misión. Sería esto motivo para un diálogo enriquecedor en nuestras comunidades y una fuerte ayuda para elegir las opciones misioneras.

Gratificados por el mismo carisma de San Eugenio, no podemos cruzarnos de brazos ante la realidad que golpea a nuestro pueblo. Como nuestro fundador nos preguntamos: “¿Qué han de hacer los hombres que desean seguir las huellas de Jesucristo?”. Apasionado de Cristo, Eugenio veía el mundo con los ojos del Crucificado, respondiendo con toda la fogosidad de su corazón enamorado: “Deben renunciarse completamente a sí mismos, vivir en estado habitual de abnegación... dispuestos a sacrificar todos los bienes, la propia persona y vida por amor de Jesucristo... y luchar hasta la muerte”...( Prefacio)

¿Cómo conocemos la realidad? ¿La conocemos de verdad?.. ¿Indagamos las causas de las pobrezas, de la injusticia?... ¿Damos conciencia a los pobres de su dignidad y de sus capacidades? ¿Otorgamos espacios y protagonismos a los pobres en nuestras vidas misioneras?...

Eugenio y su compasión. ¿Qué diría Mazenod ante la pobreza de hoy, ante los nuevos grupos sociales?.. Sin duda alguna reflejarían lo que había masticado una y otra vez del evangelio:”estoy en medio de ustedes como el que sirve”... Parafraseando el famoso sermón de la Magdalena (cuaresma 1813) los “de Mazenod”, Oblatos de hoy, sus hijos ¿no podemos gritar?: “niños de la calle, ¿Qué son según el mundo?... sin tierra ¿Qué son según el mundo?... indígenas ¿Qué son según el mundo?... marginados y explotados, migrantes y desempleados ¿Qué son según el mundo?... Con mas fuerza que nunca, deberíamos responder a unísono con Eugenio “hermanos míos, queridos hermanos, mis respetables hermanos.....”. Para nosotros la relación al pobre es constitutiva de nuestra fe. Los pobres nos evangelizan

Todo ello se deriva en actitudes consecuentes de vida: no podemos juzgar la realidad con los ojos de Cristo crucificado -con los que miró el fundador- sino vivimos sencillamente, que implicaría, en el hoy de la misión y de nuestro ser religiosos: dejar todo el modelo que repite e impone en esta cultura hegemónica pragmatista-consumista-individualista. Es el trabajo de ser pobre contra la pobreza. La propuesta del Reino se hace desde la pobreza, y no olvidemos que el Reino es el corazón de la misión de Jesús. ¿No es viable una determinación alternativa a la forma como económicamente nos movemos?.. ¿No es sugerente un poco mas de inseguridad?

Absorbidos a veces por el mundo cibernético, las computadoras personales, teléfonos celulares, un automóvil para cada uno, tarjetas de crédito, casas y propiedades grandes (casas de formación) escuelas para ricos… Vivimos en evidente contradicción con lo que predicamos generalmente sobre los males que genera esta sociedad de consumo.

¿No justificamos al amparo del obispo cualquier ministerio, sobre todo en movimientos, que nada tienen que ver con la misión hacia los pobres y desde ellos?

Solo si partimos de la conciencia de nuestro ser Trinitario, de la raíz trinitaria del hombre y del mundo, nuestro actuar misionero será una muerte a nosotros mismos para encontrarnos, y así, impugnar el mundo individualista. Quizás, debamos vaciarnos para repensar la misión.

Al revelarnos Cristo, la gran noticia de que Dios es comunidad y al comprobar la insistencia de Eugenio en la vida comunitaria se nos hace imperiosa una reflexión: Dios comunión no puede ser a la vez uno y tres sin una kénosis recíproca, sin un mutuo vaciarse de sí mismo. Estamos invitados a una irrenunciable tarea: reflejar la Trinidad en nuestras propias comunidades y en las a cuyo servicio estamos. Solo así seremos verdaderos discípulos del misionero Jesucristo.

Juzgar/Discernir: Cuestionario para el diálogo


1) ¿Cuáles son las causas de la realidad que inciden directamente en tu compromiso misionero?
2) ¿Cómo ves la misión oblata poniéndote en los ojos de Cristo crucificado?
3) ¿Qué valores rescatas en función de los pobres y la gestación del Reino en nuestras misiones?

Actuar


¿A qué estamos llamados los Oblatos de América Latina?

A) Estar positivamente con los pobres para acompañarlos y ser testigos de Dios con un estilo de vida sencillo.
-Somos llamados a compartir lo que somos y tenemos con los pobres.
-Estamos obligados a disminuir nuestros gastos de todo orden. Ello nos ayuda a identificarnos con los pobres y respetar su dignidad.
-Apoyar los nuevos sujetos sociales: las mujeres, los sin tierra, indígenas. Con los pobres contra la pobreza.

B) Recuperar el profetismo de la vida religiosa, que implica posicionarnos frente al consumismo que hace al pobre mas pobre, contra la alineación del sistema.
-Ser testigos de la propuesta del reino de Dios, en la solidaridad con los abandonados, en la inculturación del Evangelio, en un diálogo abierto con las culturas locales, en la ecología.
-Morir a nosotros mismos para dar vida al pueblo de Dios.
-Recuperar el potencial misionero de la comunidad oblata, frente al individualismo que provoca el sistema y que afecta a la misma pastoral (francotiradores). Comunidad entendida como un proyecto de vida, la comunidad construye la persona y lo personal hace la comunidad.
-Recuperar nuestra historia oblata, desde allí elaborar orientaciones para la tarea misionera.

C) Llamados a ser misioneros de la misericordia. Poner especial énfasis en el servicio incondicional, valorización del otro como Individuo o grupo.

Actuar: Cuestionario para el diálogo


1) ¿En tu ambiente pastoral tienes amigos pobres?
2) La comunidad es punto de partida para la misión. ¿Tu comunidad refleja la renovación de la misión oblata? ¿Es lugar para discernir, reflexionar y evaluar sobre la misión?
3) ¿En qué medida tu quehacer misionero está cambiando la situación de los pobres con los que tú trabajas?
4) A partir de esta reflexión ¿Cómo valoras las obras de tu entidad? ¿Crees que son fieles a nuestro carisma? ¿Qué obras habría que comenzar o abandonar?


Reflexiones a raíz de los dramáticos acontecimientos de Cochabamba

P. Gregorio Iriarte, o.m.i.

El 11 de enero por lo menos dos personas resultaron muertas y más de cien heridas en Cochabamba, Departamento de Cochabamba, tras enfrentamientos entre grupos que apoyan al partido gobernante MAS que piden la renuncia del Prefecto de Cochabamba y grupos que apoyaban al prefecto, y las demandas a favor de la autonomía regional. Las protestas, que habían comenzado el 8 de enero, ya habían dejado un saldo de más de veinte heridos, incluidos algunos periodistas que estaban cubriendo el acto. El padre Gregorio IRIARTE ofrece algunas reflexiones sobre estos acontecimientos.

A la pobreza y a los pobres los podemos analizar, juzgar y valorar desde distintos ángulos y con diferentes criterios. Lo podemos hacer desde el área sociológica, política, antropológica, cultural o religiosa.

A raíz de los acontecimientos, tan dolorosos e impactantes, que vivió la ciudad de Cochabamba durante doce largos días, a mediados del pasado mes de enero, quisiéramos expresar algunas ideas relacionadas, no tanto con los hechos dolorosos y bochornosos en sí, sino, en cuanto a las actitudes y a los criterios de interpretación de esos mismos hechos.

Aceptar al pobre como ser humano con todos los derechos


Nuestra valoración de los pobres, sean estos indígenas, cocaleros, campesinos o pobres de las zonas peri-urbanas, debe partir, prioritariamente, del área antropológica, para pasar después a la consideración de lo político, lo económico, lo social o lo cultural.

Esto significa que, en primer lugar, el pobre debe ser aceptado y valorado como persona, con todos sus derechos y deberes. La pobreza en sí, como grave carencia de bienes, es algo negativo, pero más que preocuparnos y luchar, para que el pobre deje de ser pobre, deberíamos poner todo nuestro esfuerzo para que el pobre recupere toda su dignidad de persona con todos sus derechos.

El ideal de crear una nación sin pobres y acabar con la pobreza en el mundo es una lejana utopía que va mucho más allá de lo que nosotros podemos y debemos hacer.

Para expresar su compromiso y su opción por los pobres, la mayoría de los promotores parten de la realidad sociológica del pobre, dándole un carácter marcadamente político: organización, movilización, compromiso político-partidista, aceptación de las consignas, sumisión a los dirigentes, etc.

Cuando hablamos de la visión antropológica valoramos prioritariamente lo educativo que va más allá del mero conocimiento académico: formación en los valores de la democracia, conciencia ciudadana, desarrollo de la autoestima personal y social, identidad cultural, etc.

La idea más negativa que puede tener un promotor o un dirigente político es la de pensar que el pobre, que el campesino, es incapaz. Es absolutizar la impotencia y la ignorancia. Esto induce a que, quienes asumen el papel de promotores, como personas y como instituciones, caigan fácilmente en prácticas asistencialistas y paternalistas. En lo político esta falsa promoción se va a expresar el dirigismo, en falsos liderazgos, en caciquismos, en prebendalismo, en la obligatoriedad de pertenencia a las organizaciones, sin ningún respeto a las opciones personales. Este autoritarismo de sus dirigentes, muchas veces se va a ejercer a través de presiones en base a castigos o multas, sin ninguna consideración a las distintas formas de pensar.

Los pobres como sujetos de su propio desarrollo


El dirigismo y la manipulación de las organizaciones desembocan siempre en un proceso político y humano recesivo. Al no ser considerados como sujetos de su propio desarrollo les aleja de un verdadero proyecto liberador. Es desde ellos y con ellos, considerados como gestores de sus propios cambios sociales y políticos, donde debe ubicarse cualquier persona o institución que quiera trabajar en el área rural. Lo demás será, lamentablemente, quitar conciencia de poder y cuando un mal promotor o mal dirigente político quita al pueblo conciencia de poder, en realidad, le está quitando poder.

El verdadero desarrollo está en las personas
, no en las cosas, por muy necesarias e importantes que ellas sean, tales, como carreteras, escuelas, postas sanitarias, etc. El desarrollo auténtico siempre es endógeno. Fácilmente se invierten los términos y las personas son manejadas como si fueran objetos y los objetos como si fueran expresión cabal del desarrollo. Esta grave tergiversación muchas veces genera mayor dependencia. Las leyes, así como los proyectos y las organizaciones, deben estar al servicio de las personas y no al revés.

Al pobre se le ha quitado el sentido de su propia dignidad. Este es el mayor y más peligroso de los robos del que han sido víctimas a lo largo de la historia. Mientras el pobre no recupere totalmente el protagonismo como persona y como organización, será una masa dependiente, sometida y manipulada, sin verdadero papel político-social.

Esta visión antropológica del pobre debe ser reforzada e iluminada con una auténtica concepción religiosa que se basa en que todos somos, igualmente, hijos de un mismo Padre, que es Dios, todos hemos sido creados “a su imagen y semejanza”, y Cristo vino para salvar absolutamente a todos por igual. Por otro lado, los pobres, los marginados, los excluidos de la sociedad, fueron y son los privilegiados del Reino y objeto de sus preferencias.

Casi siempre miramos al pobre desde el punto de vista material. La carencia de bienes y recursos esenciales para una vida digna es algo que debe ser superado con urgencia. Pero ello no debe significar pérdida de identidad, ni menoscabo en sus valores ancestrales. Un proyecto socio-político que desclase es un falso proyecto promocional. Una persona o un pueblo que hayan perdido su propia identidad no podrán llegar a ser sujetos de su propio desarrollo.

A los pobres se les ha robado el concepto de su dignidad e identidad. Hay quienes piensan que el desclasamiento es un proceso normal. Muy al contrario, creemos que el proceso de desclasamiento siempre es inducido. Recurro, para probarlo, a una experiencia de tipo personal:

Yo llegué al Distrito Minero de Catavi en el año 1964. A los pocos meses me encontraba al frente de la Radio Pío XII, en la mina de Siglo XX. Más allá de los problemas, las luchas sindicales por mayor justicia social y de los enfrentamientos con los Gobiernos de turno, algo que me llamó poderosamente la atención fue que los mineros tenían un claro concepto de su propia dignidad, que tenían conciencia de clase. A pesar de tantas dificultades y problemas, de tantas luchas y persecuciones, nadie logró robarles el concepto de su propia dignidad como personas y como clase social.

Para que la esperanza de los pobres no se vea frustrada


En el momento actual vivimos una situación nueva muy importante: los indígenas, los campesinos y los pobres, en general, han recobrado la esperanza. Creen y desean el cambio, un cambio profundo y radical, que va a lograr el actual Gobierno de Evo Morales. Ojalá sea así.

Sin embargo, los grandes cambios no se regalan. Hay que establecer cómo se debe actuar políticamente para que ese cambio se constituya en una auténtica realidad. El cambio no vendrá solo con movilizaciones populares, con confrontaciones, con consignas revanchistas, o con centralismos absorbentes. El pueblo tiene que recobrar la plena confianza en sí mismo aceptando la realidad y los derechos de los “otros”.

Por otro lado, toda organización y movilización popular debe ir acompañada de una verdadera concientización que implica la apropiación, de parte de los sectores populares, de todos los derechos y deberes que les corresponden como personas y como grupos socio-culturales.

Si no se empieza por ahí, todo lo demás que se haga no constituirá un cambio en profundidad, es decir, que no se llegará a un verdadero cambio. Será una nueva versión de lo que ya vivió el país con las antiguas “Milicias Campesinas” o con el “Pacto Militar-Campesino”, en las que, el campesinado fue objeto de una total instrumentalización en función de intereses ajenos. Nunca deberían aceptar ser movilizados sin conocimiento y sin convencimiento.

De la confrontación a la complementariedad


Tiene que avanzar el país desde su diversidad hacia una verdadera complementariedad. Como en todas las instancias de la vida, la auténtica nacionalidad se construye sobre la aceptación plena de la diversidad, no viendo en el otro un adversario o un enemigo.

La gran diversidad geográfica, lingüística, social, cultural que caracteriza a Bolivia es una de sus mayores riquezas y, como tal, se la debe defender y promover. Hay que buscar un hermanamiento entre la ciudad y el campo, entre la cultura rural y la cultura urbana, entre los valores de la civilización moderna y los valores ancestrales de nuestros pueblos. No es cuestión de incentivar resentimientos, sino de establecer las normas de justicia y de equidad que siempre les fueron negadas a las grandes mayorías nacionales.

El proyecto de cambio que el Gobierno impulsa debe superar el centralismo absorbente en el que ha vivido el país desde sus orígenes. Ese proyecto de cambio tiene uno de sus pilares más importantes en el régimen autonómico departamental y municipal. Debe constituirse en un gran proyecto descentralizador. Pero, de ningún modo, tiene que ir en contra de la unidad del país. Se debe lograr la máxima unidad dentro de la máxima diversidad. La unidad verdadera surge de la complementariedad de los opuestos. La cultura aymara y quechua siempre han desarrollado el sentido del respeto a los “otros” y la solidaridad con todos. Los valores comunitarios han sido como el alma de esas culturas.

Se debe buscar el equilibrio, no la mera confrontación, la integración, no la dominación, la solidaridad, no el individualismo, la ayuda mutua, no la explotación de los demás.

Gandhi decía: “Quiero que las culturas de otros pueblos circulen por mi casa libremente, pero me niego a ser dominado por ninguna de ellas”.

Soñemos y luchemos para que todos, pueblos, regiones y personas, seamos constructores de fraternidad y de solidaridad. (Nosotros OMI marzo 2007)

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