Nadie las arrebatará de mi mano.
No olvidemos que este cuarto domingo de Pascua es el domingo del Buen Pastor. Jesús nos dice que estamos en las manos de Dios y que nadie puede cuidarnos con más ternura y solicitud que Él. Esta es una verdad consoladora para todos los que creemos en la bondad de un Padre misericordioso y atento a nuestros desvelos y necesidades.
En algunos momentos, la vida puede llegar a ser muy dura para cualquiera de nosotros: las enfermedades, los problemas familiares y sociales, el paro, la violencia y el terrorismo, la inmigración masiva y descontrolada, etc., pueden envolvernos y zarandearnos con violencia y desconcierto en más de una ocasión.
Parece que se nos hunde el suelo y que vamos a caer al vacío. La certeza de que a nuestro lado, llevándonos de la mano, está un Padre –Buen Pastor que nos protegerá y nos librará de todos los peligros, es una certeza evidentemente consoladora.
No nos va a librar de las dificultades, pero nos va a dar fuerza para vencerlas. La vida va a seguir siendo dura, pero nosotros vamos a estar sostenidos y animados por un Espíritu que nos da fortaleza y sostiene nuestro esfuerzo.
Es el Espíritu de Jesús de Nazaret que nos sostiene con las manos del Padre y no va a permitir que nada ni nadie nos arrebate de su mano. Estamos en buenas manos y podemos descansar vigilantes y tranquilos.
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